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lunes, 27 de junio de 2016

Copa América Centenario - Final


Chile se consagra a costa de agrandar la maldición de Argentina


El '10' jugó la mejor de las tres finales consecutivas que ha disputado con su selección, pero no encontró escuderos para poder levantar su primer título con la absoluta. Confió en Higuaín y este le falló por tercera vez. El delantero del Nápoles pudo haber cambiado el partido en sus inicios, con un mano a mano ante Bravo tras error clamoroso de Medel. Pero su problema en las finales va mas allá de lo futbolistico. Se atasca en este tipo de partidos y acabó mandando la ocasión al limbo.
Messi suspiró resignado, como si supiera ya de antemano que esto lo tendría que ganar él. Y bajó al barro. Allí donde el partido se fraguó durante 120 minutos de expulsiones, faltas y constantes parones. En ese escenario, el espíritu chileno tenía ya mucho terreno ganado. Asumió el reto Argentina y volvió a equivocarse. Mientras Messi forzaba las dos amarillas de Marcelo Díaz, la segunda algo discutible, Marcos Rojo caía en la trampa de Arturo Vidal y se dejaba llevar por la calentura del partido.
A mil revoluciones, su entrada por detrás le costó la roja. Más por apariencia y por compensación que por dureza. Pero acabó en la caseta. Otra bala desperdiciada ante la que se lamentaba el '10' maldito de la albiceleste. El descanso ayudó a calmar los ánimos.


Alexis Sánchez (Chile) realiza un pase ante la oposición de Javier Mascherano (Argentina)


Di Maria era una sombra, Higuaín no está para finales y Banega no podía descolgarse tanto. En ese escenario, la segunda mitad de Argentina se definió en cuatro chispazos de Messi. Poquito más. Mientras tanto, Chile aguardaba como la humilde campeona que sabe competir de maravilla en este tipo de envites. Llegó a la final creciendo desde el tropiezo del debut y puso contra las cuerdas a la albiceleste. Durante casi todo el segundo acto, tuvo el balón y llegó con peligro. Obligó a los defensas argentinos a emplearse a fondo y dejar alguna que otra entrada para lamentar. Mercado y Funes Mori no estaban para dejar supervivientes.
Tanto, que Alexis Sánchez no acabó el partido. Pero antes de marcharse, el chileno tuvo la más clara para los suyos. Beausejour entró por la izquierda como cuchillo en mantequilla y su pase atrás lo remató el del Arsenal contra la pierna de Funes Mori cuando la grada ya celebraba la victoria. Era el último minuto del tiempo reglamentario.



Di Maria (Argentina) y Mauricio Isla (Chile) en un lance del juego

La prórroga irrumpió con una Chile más entera y una Argentina esperando que Messi se sacara un as bajo la manga. De hecho, conforme apretaba el cansancio y pasaban los minutos, aumentaba el número de jugadores que rodeaban al astro del Barcelona. Aun así, tuvo tiempo para poner una falta magistral en la cabeza de Agüero que propició la parada de la Copa América con un vuelo sin motor de Bravo.
Otra falta desde la frontal acabó en córner, para alegría de un Bravo que ya se temía lo peor. Minutos antes de llegar a la tanda de penaltis, Argentina aceleró, como sabiendo el triste final que le esperaba. Messi conectó con Lamela, que aportó aire fresco desde el banquillo, pero cuando Chile se encierra es muy difícil perforar esa muralla. Por momentos, una línea de ocho guerreros rojos marcaba el fuera de juego al borde del área de Bravo.



Messi y Di Maria (Argentina) luchan por un balón dividido con Fuenzalida, Aránguiz y Marcelo Díaz (Chile)


Y llegó el temido momento. Un año después, Argentina volvía a enfrentarse a su destino. 11 metros separaban a Messi de su primer título con la albiceleste, la liberación de una vida profesional plagada de los mayores logros individuales y colectivos (a nivel de clubes) de la historia, pero incompleta por el estigma de la Selección. Por eso eligió tirar primero. Puede que para evitar la presión del quinto o para guiar el camino de sus compañeros. Y el guiño del destino no pudo ser más claro. Romero adivinó la intención de Vidal y puso la tanda en las manos de su estrella. Acudió Messi al punto que tantos quebraderos de cabeza le ha dado. ¿Cómo el mejor jugador del mundo, capaz de marcharse de tres rivales en una baldosa, puede dudar tanto ante el portero con 11 metros de distancia? Simplemente porque Messi es humano. Y su humanidad sólo queda patente en esos 11 metros que otra vez le separaron de una gloria para la que se va quedando sin balas. Ajustó a la escuadra izquierda de Bravo, pero el balón acabó en la grada.



Leo Messi (Argentina) desolado tras fallar su lanzamiento de penalti ante Claudio Bravo (Chile) anoche en el MetLife Stadium de Nueva Jersey durante la final de la Copa América edición Centenario celebrada en EE.UU.


Su cara era un poema, Incrédulo, vio como Biglia no soportaba la presión y caía en las redes del guardameta chileno. Entre lágrimas, observó como Silva batía a Romero y proclamaba a Chile bicampeona de América. Chile era un clamor ante el silencio de una Argentina que se definía en la cara de un aturdido Leo Messi, el humano. Lloró desconsolado mientras Vidal, su amigo Alexis y toda Chile celebraba y gritaba a los cuatro vientos que América tiene nuevo rey. Con esta victoria, la 'Roja' se une al selecto club de equipos que lograron reeditar su título. Sólo Uruguay, Brasil y una Argentina que alcanzará los 25 años sin ganar un torneo, lo han conseguido. Los merecidísimos honores de Chile, que superó la crisis institucional y supo rearmarse a las órdenes de Pizzi, contrastaron con las sensaciones de una compungida Argentina, a la que el fútbol ha golpeado por tercera vez consecutiva.
Claudio Bravo, portero y capitán de la selección chilena, levanta el trofeo de la Copa América Centenario


Fuente: besoccer.com

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